Si bien la música es arte, todo arte maneja una técnica, más allá de los sentimientos que cada uno le imprima. No obstante, generalmente la música, así como cualquier arte, puede describirse o abordarse desde distintos aspectos. Posiblemente, el enfoque que se adopte dependa de lo que se tenga en frente, así como de la habilidad de uno para acercarse a ese elemento. En el caso de Devendra Banhart, más precisamente su álbum "Cripple Crow", y yo, no encuentro forma de describir su música desde el aspecto técnico. No porque no lo tenga ni porque sea deficiente, todo lo contrario, ya que su trabajo es a la vez simple y complejo, plagado de detalles que pasan desapercibidos pero que lo enriquecen enormemente y con una simpleza que se adueña de nosotros sin darnos cuenta. Por el contrario, es imposible no abrazarse con lo expresiva y ecléctica que resulta su música, tan orgánica que se vuelve parte de nuestro ser.
Maldito lenguaje que con tantas palabras ni siquiera alcanza para vislumbrar mínimamente lo que Devendra transmite, pero el sometimiento a unos pocos minutos de su música es más que suficiente para enamorarse.
Maldito lenguaje que con tantas palabras ni siquiera alcanza para vislumbrar mínimamente lo que Devendra transmite, pero el sometimiento a unos pocos minutos de su música es más que suficiente para enamorarse.